Cartas de San Juan de Dios

CARTA A GUTIERRE LASSO

Destinatario:
Gutierre Lasso de la Vega.

Motivación:
Encargarle de la venta de una heredad cedida al Hospital.

Contenido:
Da una lista detallada de sus necesidades:
Enumera las clases de enfermos atendidos.
Los remedios que son prestados.

Sufrimientos de su corazón y confianza en Dios:
Deudas que oprimen su Hospital.
Jesucristo es el amigo fiel que nunca abandona.

Le aconseja la ayuda mutua de unos para con otros:
Por diversos caminos al mismo fin.
Le suplica una oración para poder cumplir sus obligaciones.

Expresa su agradecimiento por el buen recibimiento de que fue objeto en su casa.
Le encomienda la venta de una renta cedida al Hospital:
Tenía gran necesidad del dinero y el interés era muy pequeño.
Para ayudar al bienhechor por su obra buena.

Le recomienda la caridad para con los necesitados.

Carta 1ª A GUTIERREZ LASSO

Esta carta sea dada al muy noble, virtuoso y generoso Caballero de Nuestro Señor Jesucristo Gutierre Lasso, esclavo de nuestro Señor Jesucristo y deseoso de servirle, amén Jesús.

En el nombre de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra Señora la Inmaculada Virgen María.

Sea Dios preferido a todas las cosas del mundo, amén Jesús.

Dios os salve, hermano mío muy amado y querido en Jesucristo. La presente será para haceros saber como estoy muy preocupado y con mucha necesidad, gracias a nuestro Señor Jesucristo por todo ello; porque habéis de saber, hermano mío muy amado y querido en Cristo Jesús, que son tantos los pobres que vienen aquí, que yo mismo muchas veces me asombro, cómo se pueden sustentar; mas Jesucristo lo prevé todo y los da de comer; ya que solamente de leña son necesarios siete u ocho reales cada día; porque, como la Ciudad es muy grande y muy fría, especialmente ahora en invierno, son muchos los pobres que vienen a esta Casa de Dios; porque entre todos, enfermos y sanos, gente de servicio y peregrinos, hay más de ciento diez. Siendo esta Casa general, se reciben en ella de todas las enfermedades y a toda clase de gentes; hay aquí tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralítico, tiñosos y otros muy viejos y muchos niños; y además de éstos, otros muchos peregrinos y viandantes que aquí vienen; les dan fuego, agua, sal y vasijas para guisar la comida; para todo esto no hay renta, más Jesucristo lo prevé todo, porque no hay día que no sean necesarios, para la provisión de la Casa, cuatro ducados y medio, y aun a veces cinco; todo esto para pan, carne, gallinas y leña, sin las medicinas y los vestidos que es otro gasto aparte. El día que no se encuentra tanta limosna, que baste a proveer lo dicho, tómolo fiado y otras veces ayunan.

Por lo cual estoy aquí empeñado y preocupado por sólo Jesucristo, pues debo más de doscientos ducados de camisas, capotes, zapatos, sábanas, mantas y de otras muchas cosas que son necesarias en esta Casa de Dios, y también para la educación de niños que aquí dejan. Por lo cual, hermano mío muy amado y querido en Cristo Jesús, viéndome tan empeñado, que muchas veces no salgo de casa por las deudas que debo; viendo padecer tantos pobres, mis hermanos y prójimos, y con tantas necesidades, tanto del cuerpo como del alma, como no los puedo socorrer estoy muy triste; no obstante confío en Jesucristo, que El me librará de las deudas, pues conoce mi corazón. Y así digo, que ¡maldito el hombre que se fía de los hombres!, sino sólo de Jesucristo; de los hombres has de ser separado, quieras o no, mas Jesucristo es fiel y durable: Jesucristo lo prevé todo, a El sean dadas las gracias por siempre jamás, amén Jesús.

Hermano muy amado y querido en Cristo Jesús, he querido daros cuenta de mis trabajos porque sé que os doléis de ellos, como yo haría de los vuestros; porque sé que queréis bien a Jesucristo y os doléis de sus hijos, los pobres; por ellos os doy cuenta de sus necesidades y mías, pues todos tiramos a un blanco, aunque cada uno va por su camino, como Dios es servido y le dirige; por lo cual es razonable que nos esforcemos los unos a los otros.

Por tanto, hermano mío muy amado en Jesucristo, no dejéis de rogar por mí, que me dé gracia y fuerza para que pueda resistir y vencer al mundo, al diablo y a la carne, y me dé humildad, paciencia y caridad con mis prójimos, me deje confesar todos mis pecados y obedecer a mi confesor, despreciarme a mí mismo y amar solo a Jesucristo ; tener y creer todo como lo tiene y cree la Santa Madre Iglesia, así lo tengo yo y creo verdaderamente; de aquí no salgo, echo mi sello y cierro con mi llave.

Hermano mío en Jesucristo, mucho descanso en escribiros, porque me imagino que estoy hablando con vos y os doy cuenta de mis trabajos; pues sé que los sentís como yo lo he visto por vuestras obras, ya que dos veces he estado en esa ciudad me habéis hecho un gran recibimiento y me habéis demostrado gran voluntad. Nuestro Señor Jesucristo os pague en el Cielo la buena obra que por El hicísteis, por los pobres y por mí; Jesucristo os lo pague, amén Jesús.

Hermano mío en Jesucristo, dad mis recuerdos a toda vuestra casa de mi parte, y a vuestros muy amados hijos, especialmente al Maestre-Escuela, mi amado hermano en Jesucristo, y al buen padre y hermano mío en Jesucristo el Obispo; a doña Catalina, mi huéspeda y hermana en Jesucristo, y a todos los demás, a cuantos vos quisiéreis, amén Jesús.

Hermano mío en Jesucristo, os envío ese joven, que la presente lleva, acerca de un muchacho que murió en este Hospital, natural de la ciudad de Málaga, que dejó ciertos bienes a esta Casa sobre una heredad de viña o censo, de lo cual os podrá informar mejor él, porque lo ha negociado desde el principio. Yo quiero que se venda, porque tengo mucha necesidad del dinero, y es poco el tributo para irlo a cobrar cada año; por lo tanto, por amor de nuestro Señor Jesucristo, si supiéreis quién lo quiera comprar, vendedlo, de tal forma, que no pierda el que lo compre, ni los pobres, y sea con toda brevedad; para que el que la presente lleva, se vuelva luego con el dinero, ya que es persona de quien me fío y lleva todo mi poder y las obligaciones que de allá trajo. Perdonadme que os dé tanto trabajo, que algún día os será descanso en el Cielo; por amor de nuestro Señor Jesucristo os encomiendo este negocio, ya que con el dinero que traiga, compraré algunos vestidos a los pobres para que rueguen a Dios por el alma del que los dejó, y para pagar carne y aceite, pues ya no me quieren fiar, porque debo mucho; los mantengo, diciéndoles que pronto me traerán dinero de Málaga.

No quiero pediros ahora limosna, porque sé que hay ahí muchos pobres a quienes hacer bien, sino que pido a nuestro Señor os dé la salvación del alma, que en esta vida llena de miserias el buen vivir es la llave de aquel, que salvarse sabe, pues todo lo demás es nada.

Vuestro desobediente y menor hermano Juan de Dios, si Dios quisiere muriendo, mas empero callando y en Dios esperando; el que desea la salvación de todos como la suya, amén Jesús.
Granada a ocho de Enero de 1550.

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