El Camino de San Juan de Dios en Granada

sanjuandediosAl final del siglo XV, tres años después del descubrimiento de América, siendo El año del Señor de 1495 el 8 de marzo, nace Juan Ciudad Duarte (San Juan de Dios),en Montemor-o-Novo pueblecito de la diócesis de Evora (Portugal).

A la edad de ocho años se establece en Oropesa(Toledo), trabajando como pastor durante 18 años en la casa de Francisco Cid Mayoral.

En 1523 se alista en el ejército y participa en la guerra contra Francisco I en Fuenterrabía. Poco después continúa con su oficio de pastor, hasta la campaña de Carlos I contra los turcos en 1532, en la que también se alista.

El año 1535 trabaja en la construcción de las murallas de Ceuta, aportando su salario a una familia de un noble portugués exiliado que pasa necesidad. Más tarde es vendedor de libros en Gibraltar y en el año 1537 continúa este oficio en Granada.

Juan de Dios participa del espíritu aventurero y de búsqueda de su tiempo hasta llegar a la ciudad de Granada.

¡Que Granada aquella! mitad pagana, mitad cristiana en pleno proceso de transformación religiosa por los cambios producidos por el Concilio de Trento.

“En el año el Señor de 1538, reinando en España el emperador Carlos V y siendo arzobispo de  la ciudad de Granada Don Gaspar de Ávalos, valeroso, prudente y buen pontífice, y que alcanza felicidad en sus tiempos, de florecer en su obispado hombres señalados en santidad y virtud; entre los cuales fue uno pobre, bajo y desechado en los ojos de los hombres, pero muy conocido y estimado en los de Dios, pues merecía llamarse de su apellido Juan de Dios”. (Castro)

Es su nuevo nacimiento; Tenía entonces cuarenta y seis años y el 20 de Enero de aquel año de 1538, “el día del bienaventurado mártir San Sebastian se hacia entonces una fiesta solemne en la ermita de los mártires, que es en lo alto de la ciudad frontera de la Alhambra ; y sucedió predicar un excelente varón maestro en teología, llamado el maestro Ávila…. y así fue aquel día, y entre los demás fue Juan de Dios a oírle…. porque acabado el sermón, salió de allí como fuera de si, dando voces, pidiendo a Dios misericordia.” (Castro).

Y así pidiendo misericordia a Dios por las calles llego a la Iglesia Mayor o del Sagrario donde de rodillas comenzó a dar voces diciendo ¡misericordia Señor, misericordia!.
Parte para la plaza de Bibarrambla y en un lodazal se metió y envolvió en el, y cuerpo a tierra comenzó a dar grandes voces y a confesar sus pecados delante de todos los que le miraban.

Sería esta plaza granadina la que más adelante le viera descalzo pidiendo y dando a los pobres con haces de leña cargado o con pobres enfermos a cuestas sobre sus hombros.

Algún testigo cuenta que aquí el bendito Padre Juan de Dios puso a un pobre enfermo con el que venia a cuestas sobre la fuente y llegó a la ropería y le dio calzones y camisas y antes de ponérselos le lavó en el pilar.

Fue público que el bendito Padre Juan de Dios fue llevado al Hospital Real por loco, sin serlo y allí lo azotaron y recibió el trato de los locos de su tiempo; allí comprendería el bendito padre lo que era el sufrimiento, la fiebre ajena, el dolor mudo. Allí experimento lo que era el autentico sufrimiento y de allí salió convencido, después de haberlo experimentado en su cuerpo, de vencer el dolor a fuerza de amor. Desde esta experiencia Juan de Dios decide iniciar su andadura hospitalaria.

La casa de los Venegas. Fue en esta casa, hoy llamada de los Tiros, donde el bendito padre tras el emblema de su puerta, el corazón mande inicia su aventura de caridad, el corazón manda y manda llevar a los pobres al zaguán de aquella casa y el portal de la dicha casa se hallaba llena de pobres de tal manera que su dueño alguna vez no pudo apearse del caballo en  el que venia montado. Y parándose con ellos mando a los criados que los echasen del portal y que al bendito Juan de Dios lo echasen también. Y salió del patio Juan de Dios que estaba acomodando a otros pobres en el y le demando por las razones y doctrinas tan santas que con estar colérico le obligo a pedirle al bendito Juan de Dios perdón y mando que le diesen una casa accesoria que tenga para que recogiera a los pobres.

Es el año 1539 cuando en la calle Lucena funda Juan de Dios su primer hospital y Castro su primer biógrafo cuenta así de él: “determinado Juan de Dios de procurar de veras el consuelo y remedio de los pobres, hablo con  algunas personas devotas, que en sus trabajos le habían favorecido; y con ayuda de ellos y su calor, alquilo una casa en la pescadería de la ciudad, por ser cerca de la plaza de Bibarrambla, de donde y de otras partes recogía a los pobres y desamparados, enfermos y tullidos que hallaba”.

Cuenta una testigo que por la calle de San Jerónimo vio como el bendito padre Juan de Dios iba descalzo los pies y piernas de la rodilla a bajo y que nunca se calzaba por frío que hiciese y que por las grietas que tenía en los pies, se podía entrar muy bien un dedo y la cabeza y la barba rapada, siempre vestido de jerga basta, con un capotillo y con una capacha grande de esparto en que echaba la limosna y una olla atada a un cordel para echar la vianda e iba por la noche diciendo a voces que atemorizaban:¡hermanos quién se hace bien para si mismo!.

Muy cerca de este lugar en la calle Horno de Marina encuentra un hombre pobre muerto sin amortajar y el padre Juan de Dios fue a la casa de un hombre rico que hay en esta calle y le pidió para enterrarlo y amortajarle y el citado rico le respondido que no tenía. El bendito Juan de Dios calló, y fue donde estaba el dicho difunto y lo echo a cuestas y fue a la puerta del rico y poniéndoselo en el umbral le dijo: “hermano tanta obligación tenéis vos de enterrarlo como yo. Doime a Dios que entre los dos lo tenemos que enterrar”. El dicho hombre rico visto aquello sacó dinero y lo hizo amortajar y enterrar.

Las andanzas de Juan de Dios eran conocidas por los lugares más típicos de Granada. Un día de lluvia, en el Zacatín un muchacho le dijo ¡Juan de Dios trompica por amor de Dios! y el bendito padre mirando al joven puso la capacha en el suelo arrimada en casa de un zapatero y se arrojo en el cieno y agua que corría por la calle.

No solo el bendito padre se dedicaba a los pobres. También, y sobre todo los viernes, iba a la casa de las mujeres públicas y las instaba a conversión y fue en el Palacio de Bibataubín, donde junto a donde está la casa de las mujeres publicas y a los hombres que iban a entrar en ella para ofender a Dios se hincaban de rodillas y le pedían no entrasen. Y a las mismas mujeres las instaba a conversión y a varias de ellas consiguió casar con buena dote.

La calle de la colcha, llamada así por ser el lugar, donde algunos afamados artesanos, fabricaban colchas, fue testigo del bello suceso de la conversión de Antón Martín.  El bendito Juan de Dios le pidió perdonase a su enemigo Pedro Velasco que había matado a su hermano, y pidiéndoselo por la bendita pasión, no solo lo perdón sino que ambos entraron a formar parte de su compañía siendo los primeros hermanos de San Juan de Dios..

De sus andanzas granadinas, Plaza Nueva es lugar de tránsito continuo y de bellas florecillas, su segundo hospital estaba en la cuesta de Gomeres, infinidad de limosnas repartidas por la zona, su derroche de amor para los pobres, la escena de la alberca, cuando un paje por gracia le tira al agua. La Real Chancillería lugar en el que le dio el obispo de Tuy nombre y vestido  en fin, su cortejo fúnebre, “nunca la ciudad vio entierro semejante” para acompañarlo hasta la Victoria toda la carrera del Darro estaba abarrotada. La cuesta de Santa Inés, en ella el zaguán  de la casa de los Agreda (la casa del Poyo), donde Juan de Dios descansaba; y el patio donde  pintó una espada,  profetizando que nunca faltaría la justicia en los descendientes de la familia.

También el Albaycín supo acoger al Padre de los Pobres, en este caso de las lágrimas de moriscos que humillados por la situación también acudían a él en busca de consuelo, aunque otros se jactaban contra el “Dinos, buen hombre, qué milagros hizo Cristo y el Santo les responde: ¿no es harto milagro el que ahora hace conmigo en no descomponerme con vosotros, tratándome tan mal y haciéndome tantos agravios?”.

Los pobres aumentaban y “así acordaron gentes principales y devotas de la ciudad, de comprarle una casa que fuera capaz para todos. Y así la compraron  en la calle de los gomeles, la cual había sido un monasterio de monjas; aquí paso sus pobres y extendió su real alojamiento, poniendo orden para que a todos se les administrase caridad con la honestidad y decencia debida”.

Hablando de esta casa le dice a la Duquesa de Sesa: “Hermana mía en Jesucristo Habéis de saber que estoy en gran trabajo, como mi compañero Angulo os lo puede contar bien; que estoy renovando toda la casa, que estaba muy perdida y se llovía”.

Y fue publico en la ciudad que viniendo un día el bendito padre Juan de Dios del Zacatín arriba  que sale de la plaza Nueva un pobre quejándose, que lloviendo mucho y haciendo frío, sin poder menearse por estar enfermo y no hallando donde recogerse ni albergarse y el bendito padre lo recogió y puso sobre sus hombros y lo llevó al hospital y al subir la calle de los gomeles, calló con el , y se dio de palos con la cayada en las piernas y decía: ¡Asno con habito!  ¿y no habéis comido? ¿pues como no habéis podido con la carga?.

El Hospital de San Juan de Dios. En el año 1552 se inaugura el nuevo hospital que el santo había proyectado dos años después de su muerte. El arzobispo Guerrero, Antón Martín y sus compañeros juntamente con enfermos y otro personal trasladaron el hospital de la cuesta de Gomeres al lugar en el que hoy se encuentra.

Es casi emblemático reconocer a San Juan de Dios sobre todo aquí en Granada  por el cuadro del famoso pintor Gómez Moreno que representa el episodio del incendio. Fue el Hospital Real. La causa del fuego un convite que el capellán mayor hizo a Doña Magdalena de Bobadilla. En el, se asó una ternera rellena de aves y el fuego subió de las cocinas  a los aposentos altos y enfermerías del hospital. Entre los que favorecieron el hospital con su ayuda fue el bendito Juan de Dios. Cuentan los testigos que se lanzaba entre las llamas para salvar a los enfermos, y como los sacaba a cuestas y echaba las ropas por las ventanas; caminaba por los tejados y por las vigas y alguno pensó que la furia del fuego ya lo había hecho pedazos cuando volvía a salir ileso entre las llamas. La gente le gritaba desde la calle pero él volvía a entrar y salir. Doña María de Godoy testigo del proceso de beatificación dice: “y habiendo estado entre las llamas gran rato, el fuego no le ofendió y aunque todos pensaban que le había abrasado, salió libre y sin lesión ninguna, solo chamuscadas las cejas y pestañas y todos decían que era un gran milagro”.

El río Genil. Cuentan que en este año de 1550 hubo grandes lluvias y nevadas y que el río Genil venia en gran creciente. Arrastraba árboles enteros y acudió el bendito padre Juan de Dios y se puso en una isleta del río donde no había mucha agua y mucho peligro y sacaba maderas y árboles. Y habiéndole del peligro que allá corría respondía que Dios y sus pobres le librarían, que les buscaba leía para remediarlos y calentarlos…. y saliendo el bendito padre de la isleta se la llevó  el agua y todos decían que era milagro. Mas el agua se cobro su sueldo. Un pobre que hacia lo mismo que el bendito padre fue arrastrado por la corriente y por mucho que intento Juan de Dios salvarle todo quedo en el intento y a partir de aquí Juan de Dios cayó enfermo.

Enterada Doña Ana Osorio (Sra. de Pisa), de la enfermedad del  bendito Juan de Dios al que ella reverenciaba le rogó se dejase llevar a su casa para que ella con más comodidad le pudiese curar. Y Juan de Dios se resistió diciendo que quería morir entre su pobres. Fue el arzobispo Don Pedro Guerrero quien  en virtud de obediencia le mando ir a su casa, pocos días estuvo el Santo en la casa de los Pisa. Tuvo tiempo  para encomendar sus pobres y sus deudas al arzobispo Guerrero para poco después como cuentan infinidad de testigos “vi muerto al bendito padre Juan de Dios el cual estaba en el suelo de una sala en la casa de los Pisa, hincado de rodillas y con su hábito y un crucifijo en las manos. Y a la maravilla de una cosa como esta acudió toda la ciudad y los Sres. Oidores y Alcaldes de Corte. Y entraron y estuvieron muchas horas, hasta que como acudió tanta gente lo hicieron quitar y lo mandaron poner en una caja”.

Toda Granada se alboroto con la muerte del bendito padre Juan de Dios. Era el 8 de Marzo del año del Señor de 1550.

El entierro del santo en el Convento de la Victoria fue espectacular. Fue tanta la gente que acudió, así de la comarca como de la ciudad que fue cosa maravillosa. Todas la s autoridades estuvieron presentes, las cofradías de la ciudad y un sin fin de gentío que cuando estuvo ya en el convento para enterrar después de varias horas que tardo el cortejo de la casa de los Pisa hubo un griterío y voces de entre la multitud pidiendo ver al santo antes de enterrarlo. Lo querían tocar con rosarios y tuvieron que enterrarlo para que no ocurriera un desatino. Fue una falta tan grande la bendito padre que todo quedo que perecía huérfano.

La basílica de San Juan de Dios. Comenzaron las obras en el año 1734 para terminar sin interrupción en el 1757 celebrándose la dedicación del templo el 27 de octubre. Fue elevada a categoría de basílica el 20 de diciembre de 1916 por Benedicto XV. Fue construida, por Don José de Bada y Navajas e ideada por el Rvdmo. P. Alonso de Jesús y Ortega, como panteón glorioso del insigne modelo de la caridad, para guardar sus reliquias en el espléndido camarín que se sitúa en el centro del retablo mayor. La ciudad de Granada honra en este lugar al santo de la caridad como compatrón y la Orden Hospitalaria como padre.

Fray Juan José Hernández O.H.
RECTOR DE LA BASILICA