Crónica de la Solemne Ceremonia de Vela del Santo Sepulcro de San Juan de Dios del día 26 de octubre de 2012.
Viernes, 26 Octubre de 2012, 21:00.-
Vela del Sepulcro de San Juan de Dios
26 de octubre de 2012. Han pasado dos días de los Actos y Celebraciones con motivo de la Solemnidad del Arcángel San Rafael, Medicina de Dios, Protector de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios por designación Pontificia.
Como integrantes de la Asociación de Caballeros y Damas del Santo Sepulcro de San Juan de Dios este magnífico Templo constituye el objeto principal de nuestras acciones de protección y defensa. En él están las Sagradas Reliquias de San Juan de Dios, Símbolo de la Caridad. Pero muy próximo a los restos del Padre de los Pobres, la Basílica alberga la imagen de otro importantísimo personaje: el Arcángel San Rafael.
Pero ¿quién es Rafael? El Arcángel Rafael es, como todos los ángeles, un Mensajero de Dios: lleva un mensaje de Dios para todos, alguna cosa que Dios nos quiere comunicar. Acompaña a San Juan de Dios y siempre le dispensa su protección, como a todos sus Hijos, los Hijos de la Hospitalidad.
En la Basílica granadina San Rafael está muy cerca del Santo de la Caridad. Podemos venerar y admirar su imagen -obra del gran Bernardo de Mora- en uno de los dos altares principales que hay en el crucero. Esto nos recordará siempre una cosa que -como Caballeros y Damas- nunca debemos olvidar: cultivamos unas formas estéticas pero detrás de ello está lo que más esforzadamente hemos de defender. Son los valores cristianos. Vivir estos valores es lo que auténticamente nos forja como Caballeros y Damas del Santo Sepulcro de San Juan de Dios.
Rafael -”Dios Sana”, Medicina de Dios en lengua hebrea- simboliza a todos los hombres de buena voluntad que sienten ese impulso en su interior, ese susurro divino transparente pero auténtico, que dirige nuestra persona a una nueva actitud ante la vida: hacia estar atento a lo que nos rodea para -sensibles al ambiente que nos envuelve, a las personas más próximas- detectar la necesidad ajena y sanarla, darle una solución: alimento, compañía, escucha, consejo…
Ha anochecido en Granada, ha estado lloviendo y hace frío, pero un numeroso grupo de personas se ha congregado en la Sacristía del Templo Basílica de San Juan de Dios y aguarda la celebración de una solemne e íntima ceremonia.
Los Caballeros que iban a ser investidos, revestidos únicamente con capa blanca, sin la muceta y con sus guantes blancos en las manos, comparecieron ante el Gran Maestre acompañados de los Decuriones y Escuderos postulantes en la Sacristía de la Basílica de San Juan de Dios de Granada e hicieron de forma solemne la promesa de cumplir fielmente los estatutos de la Asociación y guardar secreto sobre aquellos aspectos de la Ceremonia de Vela que el Gran Maestre les indicara.
Un buen grupo de Caballeros y Grados Menores acompañaron a los neófitos aprovechando la reunión para renovar el compromiso de vigilancia adquirido en anteriores citas y realizar junto con ellos el ejercicio espiritual que integra este rito.
La Solemne Vela del Santo Sepulcro de San Juan de Dios empezó. Esta simbólica ceremonia es un momento de sosiego y reflexión idóneo para el acopio de fuerza interior.
El Sepulcro de San Juan de Dios es verdaderamente un lugar inspirador. Junto al túmulo se ora y se vela y se recibe una energía espiritual que todos los seguidores del Gigante de la Caridad experimentan en su persona quedando confortados y reforzados en su compromiso con los necesitados y con los fines de la Asociación. La cercanía a los restos del Padre de los Pobres y la meditación de su pensamiento tras escuchar la lectura de una de sus cartas por el Gran Maestre nos viene a hacer más palpable su ejemplo y nos invita a aflorar y poner en práctica nuestros sentimientos más humanos.
La Investidura, a diferencia de la Vela, es un acto más extrovertido si bien igualmente solemne. Así, no pueden asistir a la Vela del Santo Sepulcro más que los postulantes de los distintos grados de la Orden y aquellos miembros ya investidos que así lo deseen.
A la llamada del Magister Ceremoniarum, el Caballero Juan Luis Aguilera Castilla, todos los asistentes enmudecieron en la Sacristía. Seguidamente, en un ambiente grave y de recogimiento y envueltos en un profundo y respetuoso silencio, las dos filas que mandó hacer el mencionado Caballero, integradas por los postulantes y los miembros profesos, hicieron su entrada en la Basílica y tomaron asiento en los primeros bancos al pie del presbiterio.
Sentados todos en sus puestos se anunció la solemne entrada de la Palabra. Una campana comenzó a doblar y entonces se inició la procesión, desde la capilla del Santísimo Cristo de la Caridad, junto al cancel de la Basílica: al frente, la espada del Gran Maestre, la Cruz y dos ciriales. Seguidamente, la bandera de la Orden y a continuación un Caballero portaba los Evangelios escoltados por cuatro espadas. Las armas, signo de la defensa, el rigor y la lealtad, fueron empuñadas por los Decuriones de la Orden, como símbolo de salvaguarda de los valores y protección del Sepulcro de San Juan de Dios. Al llegar al pie de las gradas del presbiterio fue expuesta la Palabra y cada uno de los integrantes del cortejo ocupó su lugar en los bancos cercanos a la sede.
Justo a continuación comenzaron los ritos iniciáticos de la Vela, seguidos de unas palabras que el Gran Maestre y también Rector de la Basílica de San Juan de Dios, dirigió a los allí presentes.
El Gran Maestre inició su alocución indicando el significado del acto de la Vela del Santo Sepulcro: la Vela del Santo Sepulcro es un momento íntimo donde los Caballeros que se van a investir toman conciencia de los fines de nuestra Orden y de la espiritualidad de San Juan de Dios. Lo primero que nos recordó es que el rito comienza con una pregunta del Gran Maestre: ¿Deseáis que sea traído aquí el Nombre y la Palabra de Dios? Y todos respondemos que sí, lo deseamos y lo queremos. De esta forma, el Padre Juan José centró el tema principal de la Vela: adquirir los valores del Evangelio, de la Palabra de Dios.
Seguidamente, el Gran Maestre nos indicó la importancia del Motu Proprio de Su Santidad Benedicto XVI, “Porta Fidei”, una invitación a vivir el Año 2012 como el Año de la Fe, y a reflexionar sobre la Palabra de Dios. El Santo Padre nos exhorta no sólo a confesar nuestra fe, sino a hacerlo “apasionadamente”. Nada de esconder nuestra íntima convicción sino mostrarla al mundo, y no de forma tibia sino “apasionada”. Para ello nos trae varios ejemplos, sobre todo el de la Virgen María y el de los mártires, que llegaron a derramar su sangre. A nosotros no se nos pide que derramemos nuestra sangre. Pero sí a que no tengamos miedo a confesar nuestras creencias y a que no las escondamos en nuestro interior. Debe notarse que somos cristianos y que tenemos un determinado estilo de vida.
Para ello Benedicto XVI nos remite a la Palabra de Dios y al Catecismo. Ya había subrayado la importancia de conocer la Palabra de Dios en su anterior Carta “Verbum Dei”. Porque si no conocemos la Palabra no conocemos a Jesucristo. Y sin Él no podemos hacer nada. Lo que quiere el Pontífice es que llevemos una vida cristiana auténtica, con hechos y de verdad; “Charitas Christi urcet nos”: la Caridad de Cristo nos urge. Lo cual es, en efecto, muy propio de los Caballeros y Damas del Santo Sepulcro de San Juan de Dios.
Así, el Padre Juan José ponía de relieve -una vez más- que estamos asistiendo a la transición de la era posmodernista en la que aún estamos hacia la Era del Espíritu, desde el Año de la Fe.
Asimismo llamó la atención sobre lo que significa entrar a formar parte de esa Orden: pertenecer a una cultura en la que se defienden unos valores; los valores estéticos de la Basílica, del Camarín y del Sepulcro de San Juan de Dios.
Por eso, a la hora de formar parte de las filas de la Asociación, el Padre nos recalcó que la característica que define al mundo de hoy es la ausencia de valores. Todo es igual a su contrario; en cambio los Caballeros y Damas deben hacer y hacen una opción seria por los valores que se asientan en la Palabra de Dios. Optando por los valores nos convertimos en educadores de la cultura desde nuestra propia cultura de institución, agentes contraculturales, es decir, agentes contra la cultura dominante en nuestro mundo, que es la ausencia de valores. Esto será el punto de partida. Teniendo una ética podremos afirmar un valor estético. Recordemos que si tenemos miedo y no somos capaces de ir contracorriente no podremos defender los valores estéticos. Primero va la ética, los valores morales. Luego está este valor estético que es la Basílica. Un indicador de un valor ético: la Caridad.
Así, el Gran Maestre nos comentó que es muy importante mantener los valores estéticos. Y nos puso como ejemplo los propios templos. El sacerdote debe mantener limpia, cuidada y dignamente ornamentada la Iglesia. Es una vergüenza entrar en un templo y verlo sucio y abandonado. El Padre Juan José nos contó que siempre que entra a visitar algún templo y observa que algo está descuidado, recuerda las palabras del Maestro Espiritual de San Juan de Dios y Doctor de la Iglesia Católica, el Maestro San Juan de Ávila. San Juan de Ávila amonestó a un sacerdote que incurría en esta falta a los valores estéticos invitándole a ser consciente de que Cristo se encontraba presente en la Eucaristía custodiada en el Sagrario: “Trátalo bien, que es Hijo de Buena Madre”.
Nos invitó, pues, a la reflexión. A todos: a los neófitos y a los miembros profesos. Todos hemos de preguntarnos por los valores que rigen nuestra vida. Pues es posible que nos hayamos dejado llevar por la corriente social y hayamos caído en la red de la cultura posmoderna, donde el único valor es el absurdo.
Así, dijo, podremos defender la Basílica de San Juan de Dios y ser dignos caballeros de San Juan de Dios.
Una vez terminada la homilía, el Gran Maestre tomó el juramento de silencio previo al acto de la Vela. De esta forma comenzó la procesión al Camarín donde Escuderos, Decuriones y Caballeros -cubierta la cabeza- iban precedidos por Cruz, ciriales y espadas.
En el Camarín -ante los restos de San Juan de Dios- el Gran Maestre procedió a la lectura de un fragmento de una de sus cartas, y comenzó el rito de la Vela e iniciación de los postulantes, quienes protagonizaron un fervoroso acto de veneración.
Un rato después, comenzó la bajada del Camarín de igual modo a como se había producido su subida y una vez en la Basílica, se celebró la Exposición del Santísimo, seguida de oración silenciosa y privada ante Jesús Sacramentado, mientras los miembros de la Orden estaban allí postrados. Una vez más, el Padre Juan José resaltó la importancia del sentido de la Fe en el acto de veneración del Santísimo. Ni la vista, ni el gusto ni el tacto nos pueden decir nada de Dios. Sólo la Fe. Para ello recordó el pensamiento de Santo Tomás de Aquino: “Visus, gustus, tactus in Te falitur”.
Para finalizar Fray Juan José impartió la bendición a los allí presentes y terminó la ceremonia de Vela del Sepulcro de San Juan de Dios.
Los postulantes que asistieron a la Solemne Ceremonia de Vela del Santo Sepulcro fueron los siguientes:
Caballeros y Damas Numerarios
Doña María Luisa Treviño de las Cuevas.
Don Juan García-Valdecasas Bernal.
Don Fernando López Justicia.
Grados Menores: Decuriones y Escuderos:
Decuriones
Don Francisco de Borja Torres Béjar.
Don Pablo Gálvez Hernández.
Don José María Lozano Flores.
Don Enrique Sánchez Tembleque Letamendía.
Escuderos
Dom Carlos de las Heras Sánchez Tembleque.
Dom Manuel Ramírez Gómez de Aranda.
Por Pedro José Maldonado Ortega, Caballero Cronista. Yfo