Crónica de la Solemne Ceremonio de Vela del Santo Sepulcro de San Juan de Dios del 25 de marzo de 2011

CRÓNICA DE LA SOLEMNE CEREMONIA DE VELA DEL SANTO SEPULCRO DE SAN JUAN DE DIOS DEL DÍA 25 DE MARZO DE 2011.-

Siendo las nueve y media horas de la noche del 25 de Marzo, los cuatro Caballeros que iban a ser investidos, con sus capas pero sin mucetas, congregados en la sacristía de la Basílica de San Juan de Dios de Granada junto a los Decuriones y Escuderos postulantes, hicieron el voto o promesa de cumplir fielmente los estatutos de la asociación y guardar silencio en todo aquello que demandara el Gran Maestre. Los acompañaban un conjunto de Caballeros y Damas, además de un gran número de Decuriones y Escuderos.

Empezó así la Solemne Vela del Santo Sepulcro de San Juan de Dios. Esta ceremonia posee un carácter más íntimo que la Investidura, al no ser posible la asistencia de invitados ni familiares; acudieron solamente los postulantes de los distintos grados de la Orden y aquellos miembros ya investidos que así lo desearon.

Sentados en sus lugares todos los asistentes, comenzó la ceremonia con la entrada del Gran Maestre, precedido de los Decuriones previamente designados para llevar los enseres. Al inicio del cortejo, la bandera de la Orden. A continuación, la Cruz y los Ciriales y cuatro espadas escoltando al Evangeliario, que fue portado por el Caballero ya investido que redacta estas líneas. Seguidamente, la Espada del Gran Maestre. Había un reverente silencio, solo interrumpido por el tañido de una pequeña campana, que marcaba el paso de los integrantes de la procesión. Este desfile se inició, con gran solemnidad, desde la Capilla del Cristo de la Caridad y concluyó al pie de las gradas del presbiterio, donde había dispuesto un atril, donde quedó depositado el Evangeliario, y un cojín en el que descansó la Espada del Gran Maestre.

Situados ya cada uno en sus puestos en la Basílica, comenzaron los ritos iniciáticos de la Vela, seguidos de unas palabras que el Gran Maestre y también Rector de la Basílica de San Juan de Dios, dirigió a los allí presentes.

El Padre Juan José empezó recordándonos que la Vela significa la vigilia: vigilar y estar despiertos con los ojos interiores, con los ojos de la inteligencia.
Nuestros postulantes deben de velar, estar vigilantes, como dice San Pedro en su Primera Epístola: “Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el Diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe”.

El Diablo, o dia-balein, se encarna en los contravalores de nuestra sociedad actual. Esta noche, de forma simbólica iniciamos esta vigilancia.

A continuación, el Gran Maestre prosiguió su discurso reiterando que ser miembro de esta institución significa encarnar unos valores. Y mantener unos valores, firmes en la fe es difícil en estos tiempos.
Luego remarcó el hecho de que el Diablo está presente como contra-signo en nuestra sociedad, y es muy fácil ser asumido por él. Anda buscando a quién devorar. Por eso la vigilancia debe ser una actitud en la vida del caballero, para así poder resistirle, firmes en la fe.

Después señaló: “Esta noche estamos alerta y vigilamos acompañando a quienes aún no pertenecen a nuestras filas. Vigilar el Santo Sepulcro significa vigilar el gran valor de la Misericordia, de la Caridad. Y para que la Misericordia sea el valor que un caballero se tome a gala, debe estar vigilante”.

Luego recordó la importancia de la Misericordia señalando que es el gran valor de San Juan de Dios y dijo:
“Los huesos depositados en el sepulcro que vigiláis, de S. Juan de Dios, están gastados. Las mesetas tibiales, planas. Los húmeros, gastados. De esto murió San Juan de Dios: desvencijado por encarnar la Misericordia y la Caridad”.

Y, por último, nos volvió a recordar que es un honor que en nuestro pecho esté el Sepulcro de San Juan de Dios porque significará que estamos manteniendo ese valor.

Una vez terminadas estas palabras, comenzó la procesión al Camarín donde Escuderos, Decuriones, Caballeros y Dama cubiertos iban precedidos por Cruz, Ciriales y espadas. Después, en el Camarín, el Gran Maestre procedió a la lectura de un fragmento de la segunda Carta de San Juan de Dios a Gutierre Lasso y comenzó el rito de la Vela e iniciación de los postulantes.
Un rato después, comenzó la bajada del Camarín de igual modo a como se había procedido a la subida; una vez en la Basílica, el Gran Maestre ofició una Exposición del Santísimo, seguida de oración silenciosa y privada ante Jesús Sacramentado, mientras los miembros de la orden estaban allí postrados.
Para finalizar llegó la bendición a los allí presentes y terminó la ceremonia de Vela del Sepulcro de San Juan de Dios.

Los aspirantes que asistieron a esta solemne ceremonia fueron los siguientes:

Aspirantes a Dama y Caballero:
– Don Andrés de Palacio España
– Don Eldiberto Fernández Fernández
– Don Fernando González-Chamorro Ladrón de Guevara
– Don José Carlos Ruisz Carrascosa

Aspirantes a Decurión:
– Doña Marina Chaves Peláez
– Doña Lucía Bertola
– Don Domenico Lalli

Aspirantes a Escudero:
– Don Gerardo Matarán Ferreira
– Doña Isabel Fernández Chamorro
– Don José Lozano Flores