CAPITULO XXXIII

EL ENTIERRO DEL PADRE DE LOS POBRES

La ciudad de Granada, se quedó como “HUÉRFANA”.

A su cuerpo se le hizo el más suntuoso y honrado enterramiento que jamás se hizo a príncipe, emperador, ni monarca del mundo”

“Fue tanta la gente que acudió sin llamar a ninguno, de todas las calidades, que fue cosa de admiración”.

Amortajaron el cuerpo y lo pusieron sobre un lecho bien adornado, en una sala grande de la Casa de los Pisa. Frailes y clérigos dijeron Misas y Responsos, en tres altares preparados para el momento.

Leer más

CAPITULO XXXII

LA MUERTE ROMPIÓ SU PROTOCOLO

(8 DE MARZO DE 1550)

Se le agravó más la enfermedad, recibió el sacramento de la penitencia y le trajeron a nuestro Señor para que lo adorara, pues ya no lo podía recibir, por su estado de enfermedad.

Llama a Antón Martín, para encomendarle a los pobres, los huérfanos y, sobretodo, a los vergonzantes. Le dice cúanto tiene que hacer con ellos, le amonesta, le da consejos.

Leer más

CAPITULO XXXI

EL LLANTO DE LOS POBRES

Enterada de la enfermedad de Juan de Dios, Doña Ana Osorio, esposa de García de Pisa que vivía muy cerca del Hospital de los Gomeles, fue a visitarle, encontrándole rodeado de pobres que no le dejaban descansar, acostado en unas tablas, con la capacha de esparto de cabecera. Viéndole tan quebrantado y en tan mal estado, le rogó que permitiera lo llevasen a su casa para poderlo atender bien y así pudiese curarse antes. El Santo se excusó, diciendo: “que no lo sacasen de entre sus pobres, porque entre ellos quería morir y ser enterrado”.

Leer más

CAPITULO XXX

EL TESTAMENTO, A CADA UNO LO SUYO


Llegó Juan de Dios al Hospital, muerto de frío, con fiebre, consciente que se acercaba su fin, se esforzó todo lo que pudo y buscó un escribano y un libro y se fue por la ciudad, de casa en casa de todos los que recordaba que debía algo, e iba apuntando la cantidad de la deuda, para que él, que había dedicado su vida a la caridad, no faltara en el último momento a la justicia.
Leer más

CAPITULO XXIX

UNA LLAMADA AL ORDEN

Postrado en cama, se aprovecharon de la situación algunas personas que no entendían la forma de proceder del bendito Juan de Dios, y fueron a acusarlo al Arzobispo D. Pedro Guerrero, diciéndole que en el Hospital de Juan de Dios, había gente de mal vivir que podían ganarse la vida con su trabajo, pero que eran vagos y maleantes así como otras mujeres de mala vida, que se aprovechaban de Juan de Dios, no haciendo caso al bien que él les hacía, llevando una vida ligera sin intención de cambio.

Leer más

CAPITULO XXVIII

SE DESVENCIJÓ (1550)

Eran tantos los trabajos en los que Juan de Dios se ocupaba para dar remedio a las necesidades de todos, y tantos fríos en salidas a pedir limosnas y socorrer a los pobres de la ciudad, que “se desvencijó”.

Una enfermedad de cansancio, poco dormir y mucho trabajar, pasando hambre y frío, sin descanso alguno; en la que sufría grandes dolores sin darlos a conocer, para no causar pena a sus pobres y a quienes ayudaba, pero estaba flaco, debilitado y sin fuerzas. Su cuerpo estaba acabado pero su amor al prójimo estaba en su máximo esplendor.

Leer más

CAPITULO XXVII

EL FUEGO DE LA CARIDAD (1549)

Tal vez ésta sea una de esas historias, de las más famosas en la vida de San Juan de Dios y por la que el Santo sea más conocido, debido a la gran iconografía que hay sobre ella y que la debemos a la mano del pintor granadino Gómez Moreno; me refiero al cuadro del Incendio del Hospital Real.

Leer más

CAPITULO XXVI

DAR AQUÍ O DAR ALLÁ, TODO ES DAR (1547-1548)

Las limosnas de Granada escasean, ha sableado y estrujado a todas las familias pudientes. Es necesario salir de la ciudad en busca de otra gente generosa que le ayude en su ingente obra de caridad. El hospital come mucho y, aunque Jesucristo lo prevea todo, es necesario poner los medios para no ponerlo en un aprieto. Como dice Castro: por dejarlos descansar algunos días.

Leer más

CAPITULO XXV

EL HOSPITAL DE GOMELES (1547)

El hospital de Lucena es insuficiente. Era tanta la gente que acudía a la fama de Juan de Dios y a su mucha caridad, que no cabían en la casa que tenía y así acordaron gentes principales y devotas de la ciudad, de comprarle una casa que fuese capaz para todos. Y así la compraron en la calle de los Gomeles; la cual había sido un monasterio de monjas.

Leer más

CAPITULO XXIV

EL HERMANO JUAN DE DIOS. (1546-1547)

Hasta ahora hemos venido llamando a nuestro personaje Juan, Juan Ciudad, Juan de Dios. El suceso ocurrió para ratificar para siempre el nombre de Juan de Dios. El sentir popular ya le llamaba así, era lógico, una persona que continuamente tenía el nombre de Dios en su boca y que todo lo hacía por Dios y además llamándose Juan, que la gente le llamara Juan el de Dios o Juan de Dios. Era un apodo popular.

Leer más